Concepto y definiciones de Discapacidad Intelectual

La Discapacidad Intelectual abarca un amplio grupo de sujetos cuyas limitaciones se deben, escencialmente, a que su capacidad intelectual no se desarrolla lo suficiente para hacer frente a las necesidades personales y sociales.
A continuación encontrarás varias definiciones según los enfoques más actuales derivados de la Educación Especial.

DEFINICIÓN DE LA AAMP SOBRE PERSONAS CON RETRASO MENTAL (2002)

“El Retraso Mental es una discapacidad caracterizada por limitaciones específicas tanto en el funcionamiento intelectual como en conducta adaptativa, expresada en habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta discapacidad se origina con anterioridad a los 18 años” (LUCKASSON, 2002)

En el DSM-IV se define a la Discapacidad Intelectual como un funcionamiento intelectual significativamente inferior al promedio, aunando déficit de la conducta adaptativa antes de los 18 años de edad. A continuación examinaremos los criterios que se utilizan para esta conceptualización:


1. Criterio A:
Capacidad intelectual general significativamente inferior al promedio, entendida como un CI situado alrededor de 70 (aproximadamente dos desviaciones estándar debajo de la media), obtenido en una evaluación realizada con un test de inteligencia normalizado, aplicado individualmente.

2. Criterio B:
Presencia de limitaciones significativas en la actividad adaptativa, en al menos dos de las siguientes áreas de habilidades: comunicación, cuidado de sí mismo, vida doméstica, habilidades sociales o interpersonales, utilización de recursos comunitarios, autocontrol, habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud y seguridad. En términos generales, la capacidad adaptativa se refiere a cómo el sujeto afronta las exigencias de la vida cotidiana y cómo cumple las normas de autonomía personal esperables en alguien de su grupo de edad, origen sociocultural y ubicación comunitaria. La capacidad adaptativa puede estar influenciada por diferentes factores.

3. Criterio C:
Su inicio es anterior a los 18 años.

En cuanto a la gravedad, el DSM IV considera las siguientes categorías:
1. Retraso mental leve CI entre 50 - 55 y aproximadamente 70
2. Retraso mental moderado CI entre 35 - 40 y 50 - 55
3. Retraso mental grave CI entre 20 - 25 y 35 - 40
4. Retraso mental profundo CI inferior a 20 o 25
5. Retraso mental de gravedad no especificada: es una categoría que se utiliza cuando hay una clara presunción de retraso mental, pero no es posible medir la inteligencia del sujeto mediante los test usuales (niños muy pequeños, sujetos que no cooperan o presentan otros impedimentos).

La categoría de retraso o discapacidad mental leve corresponde a grandes rasgos a la categoría que en los medios educacionales se considera como "educable". La gran mayoría (aprox. el 85%) de los deficientes mentales corresponde a este rango. Son personas que pueden desarrollar habilidades sociales y de comunicación, tienen deficiencias mínimas en las áreas sensoriomotoras y con frecuencia no son distinguibles de otros niños sin deficiencia hasta que enfrentan las exigencias escolares. Con esfuerzo y apoyo adecuado, pueden alcanzar hacia fines de la adolescencia un aprendizaje correspondiente a un sexto año de enseñanza básica, aunque no alcanzan a desarrollar un pensamiento lógico abstracto. Son incapaces de deducir o inducir o de realizar procesos de análisis y síntesis. Su vocabulario es restringido pero comunican deseos y afectos. De adultos, pueden ser autosuficientes, pero pueden necesitar supervisión y orientación, especialmente en situaciones de mayor exigencia social o laboral. Habitualmente se adaptan en forma satisfactoria a la comunidad. Su desarrollo equivale aproximadamente al de un niño normal de 10 años.

El retraso o discapacidad intelectual moderado, a su vez, equivale aproximadamente a lo que en los contextos educacionales se llama "adiestrable", aunque el término no sea el más adecuado para describir su condición, puesto que son en general sujetos que pueden beneficiarse de programas pedagógicos adecuados a su déficit. Este grupo corresponde aproximadamente al 10% de los deficientes mentales. En general, desarrollan habilidades de comunicación, con un lenguaje y sintaxis pobres. Rara vez expresan afectos, aunque puede utilizar el lenguaje para pedir. Pueden aprovecharse de una capacitación laboral y atender a su propio cuidado con una supervisión moderada. En lo equivalente a materias escolares, no superan lo que sería un segundo año de enseñanza básica o el desarrollo de un niño normal de 7 años. Su pensamiento es muy concreto y centrado en lo inmediato. No logran llegar a principios generales a partir de observaciones particulares. Pueden aprender a trasladarse independientemente por lugares que les son familiares. Las dificultades que tiene para reconocer las convenciones sociales pueden interferir su adaptación a la comunidad. Como adultos, pueden realizar trabajos no calificados, siempre con supervisión. Se adaptan bien a la vida en comunidad en una institución y con supervisión.

El grupo con retraso o discapacidad intelectual grave corresponde a aproximadamente el 3 o 4% del total. Corresponde a la categoría que también se ha llamado custodiable. Desarrollan un lenguaje comunicativo escaso, (en base a frases o palabras simples, a veces meros gritos) generalmente en forma tardía (edad escolar) y pueden ser entrenados en habilidades elementales de cuidado personal, como alimentarse, control de esfínteres. Pueden, ocasionalmente, aprender a reconocer algunas palabras escritas, importantes para la "supervivencia". No entienden situaciones de peligro, salvo las más obvias (p. ej. fuego). Como adultos, pueden realizar algunas tareas simples, con supervisión estrecha. En su mayoría, se adaptan bien a la vida en comunidad, sea en sus hogares o en instituciones, a menos que sufran de alguna otra discapacidad agregada, que requiera cuidados especiales. Su desarrollo alcanza el equivalente a un niño normal de 3 años.

Los sujetos con retraso o discapacidad intelectual profunda (aprox. 1 - 2% de los casos) tiene en general alguna alteración o enfermedad neurológica que explica su deficiencia mental. Habitualmente presentan alteraciones de las funciones sensoriomotoras. Logran un cierto grado de desarrollo y adaptación sólo en un ambiente muy estructurado, rutinario, con ayuda y supervisión constante y una relación individualizada con el educador. Si el CI es inferior a 20 puntos, prácticamente no hay vida psíquica, sólo vida vegetativa y actos elementales. Viven sin contactarse con el medio. Su desarrollo correspondería al de un niño de algunos meses de edad.
En este enfoque es evidente que el nivel de rendimiento alcanzado por un sujeto en una prueba de inteligencia, es decir, su CI, no es el único criterio a utilizar para el diagnóstico de la deficiencia mental y su gravedad. A un sujeto con un CI = 52, pero que ha desarrollado buenas habilidades de comunicación y destrezas que le permiten manejarse en la vida diaria con un alto grado de autonomía, le correspondería un diagnóstico de deficiencia mental leve, en tanto aotro, que puede tener un CI = 54, pero que no ha logrado una adaptación satisfactoria a su entorno y que requiere de una mayor supervisión, le correspondería un diagnóstico de deficiencia mental moderada.





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